Originales, veganos… Complementos hechos a mano con cariño

lola

El cubreorejas es una especie de redecilla que se coloca desde la parte alta de la cabeza del hasta el cuello, sujetándose en esta zona gracias a dos bandas elásticas. De esta manera, en su parte central, las orejas del perro quedan resguardadas de los agentes externos antes mencionados.

Como con los hijos, nunca dejarás de educar a tu perro, pero cada día que pases en su compañía le amarás más y él nunca dejará de enseñarte cosas maravillosas que solo los animales pueden compartir con nosotros. Después de todo, tenemos el deber de enseñarles como vivir en nuestro ambiente, porque hemos sido nosotros los que los hemos arrancado de su entorno natural.

Hay una frase que suelo decir cuando sale a colación mi desbordado amor por Lola, suena más o menos así: “Todas las personas estamos más o menos locas. Si mi locura son por los perros, me siento orgullosa de haber perdido la razón”.

¿Es tu perro de esos que se asustan con el ruido del aspirador? ¿O de los que ven en la fregona y la escoba a dos armas peligrosas? Si, ante la presencia de estos tres limpios enemigos, tu perro opta por quedarse muy quieto en su cama es posible que, sin saberlo, seas una persona con mucha suerte, porque si ya dedicar un día a la limpieza no suele resultar muy divertido, hacerlo bajo la estricta vigilancia de tu perro, te aseguro, no hace la tarea más fácil.

como consecuencia de sus genes de lobo. El asunto es que Lola, al menos, no solo rasca su cama y, probablemente, el tuyo tampoco, así que detengámonos un poco en cada teoría.

Las personas o hechos que se convierten en determinantes para la vida de alguien son aquellos que han supuesto un cambio real en su comportamiento. El comienzo de una nueva etapa, el inicio de una vida en un nuevo país, tener un hijo, perder a alguien querido, son hechos que han cambiado la vida de muchas personas para siempre. Aunque parezca una banalidad, la entrada de un perro a tu rutina diaria también puede tener una gran influencia en tu vida. Estos son sólo algunos de los cambios de los que hago responsable a Lola, para bien o para mal.

Puede que conozcas a muchos perros, pero hay cosas de las que sólo te enteras hasta que compartes tu vida con uno de ellos. Estas son sólo 10 de las cosas que he aprendido desde que vivo con Lola.

La primera vez que la vi estaba medio dormida. Era una bolita peluda de tres meses, con largas orejas y con olor a leche. Durante su primer año de vida retó mi paciencia y luchó por hacerse con la autoridad de nuestra relación. Su obsesión por los calcetines me hizo correr tras ella en medio de la oscuridad de una noche de invierno, mientras ella perseguía los que llevaba puestos un veloz corredor que, sin detenerse, gritaba “¡Cógela, cógela!“, a lo que yo respondía, casi sin aliento, “¡Para, para!“.