Originales, veganos… Complementos hechos a mano con cariño

DIY: Haz lo que puedas con lo que tengas

Hace bastante tiempo unos amigos me dejaron una mesa sin mucho valor para que la aprovechara en mi terraza, para poner plantas, bebidas o lo que sea. El hecho es que, por su tamaño (1 mt x 1 mt), no quedaba totalmente protegida de la lluvia en el único rincón de la terraza que estaba a cubierto. Inevitablemente, con el paso de tiempo, la superficie comenzó a deteriorarse.

Otro problema era que, por su tamaño y peso, era difícil de mover, lo que dificultaba mantener limpio el espacio que había debajo. De hecho, creo que algún pajarito se metía allí, porque Lola estaba empeñada en olfatear debajo. Para solucionar esto, comencé por ponerle unas ruedas. Una de ellas con freno, para asegurarme el que no se moviera si su uso lo requería.

Quedaba pendiente revestir la superficie con algún material que la protegiese del sol y la lluvia. Pasó un tiempo más mientras yo evaluaba cuál podría ser el más conveniente.

Para mi enorme agrado, Leroy Merlín abrió sus puertas en Logroño. Se pusieron de moda las baldosas hidráulicas y me enamoré de ellas. Y se me ocurrió que esa podría ser la solución para mi mesa de exterior. Compré una caja que contiene 12 baldosas de 0,33×0,33 m ¡Perfecto! Porque así no tendría necesidad de cortarlas para adaptarlas al tamaño de la mesa.

Lo primero que hice fue retirar las delgadas láminas que cubrían la superficie de la mesa con una espátula de metal. Un proceso bastante sencillo, tomando en cuenta que la lluvia ya la había levantado por un lado. Luego alisé la superficie frotándola con un taco de lija, retiré el polvillo y presenté las baldosas. Hasta allí todo iba sobre ruedas, pero nunca falta un imprevisto.

Para fijarlas, compré un tubo de adhesivo de montaje, el que se utiliza con una pistola. El problema fue que compré la pistola más barata… Hay que tomar en cuenta que este pegamento es muy denso, por lo que se necesita una pistola fuerte. La pistola me abandonó a mitad de camino y casi terminé aplicando el pegamento con los dedos. Finalmente todas las baldosas estaban en su sitio y llegó el momento de aplicar la lechada. Compré una caja pequeña, preparé un poco de mezcla con la que cubrí las juntas de las baldosas con cuidado de que Lola no metiese la trufa en el recipiente.

Inmediatamente, limpié con un paño húmedo la lechada que estaba separada de las juntas, no quise correr el riesgo de, que si esperaba mucho tiempo, no poder retirarla completamente. Pasado un rato, hice lo mismo con la que estaba alrededor de la unión entre las baldosas.

¡Vaya cambio! solo faltaba rematar los bordes. También en Leroy Merlin encontré unos perfiles de aluminio con tratamiento anticorrosivo, perfecto para exteriores. Y, afortunadamente, tenían la medida ideal, 1 mt., por lo que solo he tenido que cortar las esquinas para lograr un ajuste perfecto entre ellas.

Con una caja de ingletes y una sierra para metal que tenía para cortar las guías de unos estores, corté los extremos en ángulo de 90º. Luego lijé un poco los bordes con la lija y los fijé con el mismo adhesivo con el que pegué las baldosas. Finalmente, coloqué unos protectores de goma en las esquinas. Para ser sincera, no me he ocupado demasiado de las patas… Con una superficie tan atractiva ¿quien se va a fijar en ellas? Ahora tengo una mesa nueva, bonita, original y hecha a mano.

No me canso de mirarla. Ahora no paro de pensar en qué hacer con las tres baldosas que me han sobrado…

Fin